Si has seguido mis divagaciones en forma de análisis en esta web, posiblemente me habrás leído más de una vez hablar de la prehistoria del internet. Esa época en la que, pese a tener el instrumento que nos está volviendo menos inteligentes con el paso de los años, aún podías descubrir cosas nuevas y raras provenientes de otros lugares del globo terráqueo.
De esta época, data la primera interacción del que estas palabras suscribe con una de las sagas más importantes, y a su vez más desconocida, de JRPGs: Shin Megami Tensei.
A estas alturas, y gracias principalmente a Persona, el “Pokèmon con demonios” de Atlus ya no es tan desconocido. Atrás quedó la época en la que Ghostlight hacía lo posible por traernos las creaciones de la compañía con cuenta gotas y, ahora, hasta se han lanzado a remasterizar el que puede que sea uno de los mejores capítulos de la saga. De esta tercera entrega, posiblemente habrás escuchado las leyendas sobre su dificultad y, sobre todo, un nombre: Matador. Veamos qué narices pintan Dante, estudiantes, un manojo de criaturas de diferentes religiones y un torero en el Apocalípsis.
El Principio del Fin
Shin Megami Tensei es una saga conocida por no importarle un pito ni el mundo ni la humanidad. Si te esperas algo divertido y desenfadado como los Persona, te has equivocado de casa. Porque aquí, sí, tenemos estudiantes de instituto andando por Tokio y un par de colegas con los que visitaremos un hospital en el que han estado pasando cosas un poco raras. En éste, nos encontraremos con una de nuestras profesoras que parece estar involucrada en algún tipo de secta con un fulano bastante turbio. Tan turbio, que después de media hora de “normalidad” provocará el fin del mundo conocido, destruyendo así la ciudad y llenándola de demonios con ganas de hincarle el diente a quien aún ronde por Yoyogi.

Sí, el juego empieza así de suave – y no te quejes, que el anterior era aún peor -, y por si fuera poco, tú has acabado convertido en un demonio, eso sí con unos tatuajes la mar de molones. Si nosotros hemos acabado así, ¿qué habrá pasado con nuestros colegas, la profesora, y el tipo chungo? Pues ni idea, puesto que han desaparecido misteriosamente, y para buscarlos ahora nos tocará salir del hospital en el que se lio todo el percal para ver que narices ha pasado con el resto de Tokio; nada bueno, ya te puedes imaginar.
Si piensa que soy un exagerado, puedes ver la fiesta que te espera en las primeras horas del juego en los siguientes videos:
Los toreros muertos
Como ves, el panorama no comienza muy esperanzador, y la cosa no va a ir a mucho mejor. Ya que te pasaras toda tu aventura visitando las ruinas de la capital de Japón: ruinas en el mapa exterior – que es tan simple como un desierto por el que te podrás mover más bien poco – y ruinas de diferentes barrios que harán las funciones propias de los pueblos en otros juegos. Ya sabes: hablar para conseguir información, visitar tiendas en las que comprar ítems, y esas cosas típicas de estas localizaciones.
Tras hacer un poco de turismo, nos tocará visitar la mazmorra de turno para avanzar en la historia. Obviamente, no vas a ir a bonitos parajes y castillos como harías en otros ejemplos del género. Aquí tus visitas serán a las alcantarillas, más ruinas y hasta un submundo que se ha formado tras el Apocalipsis habitado por unos pintorescos humanoides.

Estos lugares en los que perderás el sentido de la orientación debido a sus laberínticos diseños, ideados para que des más vueltas que un trompo intentando buscar la salida. Y a los que tendrás que añadir la guinda final: están llenos hasta la bandera, como unos grandes almacenes en el primer día de rebajas. Esa es la impresión que dan, porque tendrás batallas cada dos pasos que andes. Sí, la frecuencia de los enfrentamientos es tan alta que, a veces, encontrar un punto de guardado más un problema que una bendición debido a las hordas de enemigos a las que tendrás que vencer antes de encontrar el de turno. Eso y que también son bastante escasos, para hacer todo más divertido, ya sabes.
Pero entre tanta oscuridad, siempre hay algo de esperanza y en este caso, es el poder de la amistad. Amistad que irás entablando con las diversas criaturas a las que te vas enfrentando durante tu periplo, empezando con un hada muy simpática – y a la cual debes de cuidar hasta el final – y pudiendo acabar con el mismísimo Belcebú o, algo mucho peor, como un pene gigante verde en un carruaje; ya te lo he dicho, esto no es un alegre Persona.
Esta es la base del juego y la que hará que te pases sobre medio centenar de horas coleccionando deidades y criaturas de diferentes religiones del mundo mundial. Y, lo que también es importante, hacer que se peguen entre sí bajo tus órdenes.

Como buen JRPG clásico, aquí los combates serán por turnos y, en ellos, tendrás que utilizar las habilidades de tu equipo: ataques gordos, ataques mágicos con los nombres peculiares de la saga, etc. Pero en el juego que nos ocupa, hay un par de características que lo hacen diferente a otros.
La primera es el llamado “press turn”. Este es básicamente un turno extra que puedes conseguir si atacas con el elemento al que la cosa de turno es débil. Así sobre el papel parece muy simple, y lo es; pero ojo, que tú y tus acompañantes también tenéis las vuestras. En el caso del protagonista, dependientes de unas cosas que se come llamadas magatamas, las cuales le potencian diferentes estadísticas y habilidades dependiendo de las que se usen.
En el caso de las criaturas, pues tienen un poco de sentido: si es un demonio de fuego, obviamente será débil al hielo – y viceversa – en la mayoría de los casos. Esto hace que las batallas sean un poco más estratégicas y que tengas que pensar quién te va a acompañar en ese combate y el uso que van a tener, como por ejemplo potenciar o debilitar a tus contrincantes – inciso de siempre cuando hablo de un megaten, los buffs y debuffs son una parte básica si quieres durar más de media hora; fin del inciso -. Esto es algo que deberás de aprender rápido, ya que es básico para sobrevivir.Y es que, en este apartado, un megaten no es como un JRPG habitual de la época, ya que no aguantarás mucho en el Tokio post apocalíptico si sólo te dedicas a atacar con lo más gordo que tengas a mano.

Esto me lleva a la segunda parte que ya he comentado más o menos y es la de acaparar seres bajo tu manto para poder ir enfrentándote a otros cada vez más fuertes. Sí, tu equipo irá mejorando y ganando experiencia con los combates, pero la mejor manera de que crezcan cada vez más fuertes es mediante la fusión a través de sacrificios ¿ves?, aquí no se salva ni la pantalla del título.
Habrá un momento en el que verás que con lo que tienes no puedes hacer mucho, y pegarte para ganar experiencia es un tedio, ¿verdad? Pues estás de suerte, porque por una módica cantidad, en la Catedral de las Sombras son profesionales en la fusión de cosas y podrán convertir ese Jack Frost junto a la cabra que no necesitas, en una diosa hindú sedienta de sangre. Pero ojo, que, como cosa tecnológica, también pueden pasar accidentes y acabar con un moco morado que ni siquiera sabe hablar. Obviamente, esto son las fusiones simples con dos sujetos. Conforme vayas avanzando, podrás añadir más, teniendo así acceso a la creme de la creme del cielo, infierno y más allá.
Devil May (War) Cry
No sólo voy a hablar de cómo se juega a este remaster, también tendré que comentar algunas de las otras cosas que lo hicieron famoso. Porque esta no es la versión que se lanzó originalmente, sino que la remasterización está basada en lo que en Japón se conoce como “Nocturne Maniax”. Esta es la versión expandida del original, en la que incluyeron cosas como nuevas criaturas, una mazmorra opcional que te hará tirarte de los pelos en sus niveles más profundos o los bichos especiales a los que tendrás que vencer para explorarla, como el torero o el motorista sin licencia. Y el cambio más famoso, la inclusión del cazademonios más famoso: Dante, al cual puedes cambiar por el invocador más conocido de la franquicia, Raidou Kazunoha, si pagas el peaje del DLC.

Pero estamos hablando de un remaster, y algo más habrán hecho en Atlus ¿no? Pues oye, siendo sinceros, no mucho más. Sí, han reescalado el original – la parte jugable, los vídeos siguen siendo 4:3 con bordes a los lados – y ahora se ve mejor, especialmente los diseños de Kaneko. Estos son lo que mejor han aguantado el paso de los años, ya que, aunque el original no es que fuese la leche en el apartado técnico, esto lo suplía con la dirección artística del fan de Harajuku, que conseguía meterte de una manera bastante convincente en este Tokio post apocalíptico que rondas durante la aventura, cosa que se sigue manteniendo en esta versión. Por otra parte, y para que las nuevas generaciones no se acojonen con la legendaria dificultad de la entrega, se ha añadido cosas como un nuevo modo de dificultad super de fácil. A eso, añádele también la posibilidad de hacer un guardado rápido cuando te dé la gana y así no tener que cruzar hordas de enemigos durante horas, para poder encontrar un punto de salvado dejado de la mano de dios en la mazmorra de turno. Ahora ya nadie tendrá la excusa de que quitó el juego porque Andalucía le hizo morder el polvo nosecuantas veces.
Me falta algo sí, y es el audio. Vale, ahora tenemos doblaje en inglés y japonés, que está muy bien para los frikis como servidor que escuchan cosas en idiomas raros. Pero estos frikis también nos damos cuenta de según qué cosas y la música sigue sonando como un MP3 de los 90s, o sea, a culo. No entiendo por qué narices lo han hecho, pero toda la banda sonora compuesta por Shoji Meguro – que encima es de la mejores de la saga – sigue sonando fatal. En la época de PS2 me podíais venir con la excusa del espacio en el disco, ¿pero a día de hoy cuando regalan los gigas? Mal, muy mal, Atlus.
Doomed Megalopolis
Y así hemos llegado al final de este análisis. La verdad es que un remaster de Shin Megami Tensei III no era algo que esperase mucha gente, pero supongo que, con la fama al alza de Persona, Atlus habrá querido probar suerte y ver si la, un poco olvidada, saga primigenia seguía teniendo tirón, usando el título más famoso de la misma en occidente.
Sí, su dificultad ha sido lo que lo ha convertido en una especie de leyenda dentro de los JRPGs – y siendo sincero, no es para tanto – lo cual en mi opinión siempre ha tapado el resto de méritos del juego, que ofrecía algo muy diferente en esa época. Mientras que otras compañías nos vendían fantasías protagonizadas por modelos de un club de hosts, aventuras en las que nos enfrentábamos a alegres criaturejas por verdes prados o cuentos con diseños sacados de un anime, Atlus nos rodeó con criaturas salidas de todo tipo de leyendas y nos lanzó al fin del mundo con sólo una misión bastante concisa: ahora vas y lo arreglas.

Así es Shin Megami Tensei. Mientras que Persona actualmente sería como Lady Gaga, algo que casi todo el mundo conoce porque tiene una estética rompedora y se puede consumir fácilmente
; la saga principal sería más similar a un disco de Electric Wizard: oscuridad, una falsa simplicidad y la repetición del mismo riff, pero con un algo que, si te engancha, ya no podrás dejar de seguir.
El infierno o el cielo te espera, todo dependerá de tus actos, Demifiend.
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