“Un mono, en un bola, rodando mientras recolecta plátanos” , esta es la increíble idea que la mente brillante que se esconde tras sesiones de solarium y chaquetas de leopardo, tuvo un día cuando aún era un salary man normal y no un hosto sacado de Kabukicho.

Idea que, en otro tipo de manos, podía haber acabado como una de las estupideces más grandes de la historia de los videojuegos. Pero no. Como al mando de la nave – o la bola – estaba Don Toshihiro Nagoshi, lo que acabó saliendo es uno de los juegos más locos de esa época. Y lo de demencial no es sólo por la idea, sigue leyendo porque te espera un largo, y empinado, camino.

Rolling, rolling, rolling

Lo que tenemos entre manos en esta ocasión es un remaster de los juegos que salieron hace ya como casi dos décadas durante la generación de los “128 bits” – sí, de aquella contábamos los bits – . Esto quiere decir que vas a tener a tu disposición Super Monkey Ball 1, 2 y Deluxe con sus respectivos niveles, lo que viene a ser un chorrón de ellos – sobre 200 – . Así que no vas a tener tiempo para aburrirte, si te acaba molando el rollo este de rodar en bolas.

Esto de rodar en bolas no va con doble sentido. Es literalmente a lo que Ai Ai, el simio protagonista y sus colegas se van a dedicar durante las horas que te vas a pasar haciéndoles girar por los diferentes niveles. Y sí: he dicho horas, ya que, tras la simpleza del concepto, se esconde uno de los juegos más infernales que vas a poder “disfrutar” en tu consola.

Si empiezas por el principio, como debería de ser, te encontraras con una jungla de fondo y diez niveles ambientados en ella para que te acostumbres a de lo que va el rollo: un nivel lleno de bananas, tiempo limitado – de un minuto para abajo – y una meta a la que llegar. Hasta aquí todo fácil, ¿no?.  

Vale. Pues ahora viene la parte divertida. Y es que el control está limitado a que sólo puedes trastear con el nivel. No hay power ups, habilidades especiales, ¡ni salto! – bueno, sí, pero es una de los cambios añadidos y, encima, tienes que desbloquearlo – nada, cero, vacío. Tú mueves el escenario, la bola rueda recolectando las ricas bananas, llegas a la meta: you win.

“Pues vaya aburrimiento, no subo niveles, no hay un mapa gigante en el que limpiar iconos, esto no es un juego AAA”. 

Si se te está pasando esto por la cabeza, mejor que te des un golpe y te olvides, porque esto es más parecido a los arcades primigenios – en los cuales llegó a salir – que a tu experiencia AAA habitual, así que déjame terminar de explicarte lo que tenemos entre manos y no, no es solamente el stick.

Nivelando el nivel

Ahora es el momento de la verdad y de hablar de la verdadera chicha del juego. Y estos, son los escenarios a los que te enfrentarás con sólo un par de armas: tu habilidad y tu amor propio. Como has leído, la cosa empieza la mar de alegre y sencilla pero luego empieza a cambiar. ¿Y cómo lo hace? Pues de las maneras más insanas que te puedas imaginar. 

Cada nivel tiene un “tema” y en base a esta idea estará diseñado el mismo y no pienses que estos conceptos son algo profundo, rollo la teoría de cuerdas o algo así, estamos tratando con monos, ¿recuerdas?. Así que ¿cuál sería un concepto lo suficientemente simple para hacer un nivel dedicado a ello?. ¿Un peine por ejemplo?. No, no te rías, porque este literalmente es uno de los niveles del juego: un peine gigante en medio del escenario girando sobre si mismo e interponiéndose entre tú, las bananas y la meta. Y esto no es nada, porque te esperan otros escenarios basados en conceptos que posiblemente saliesen de una cena con demasiado alcohol, tales como un half pipe en el que las metas harán las veces de patinetas moviéndose por él, otro donde éstas harán de monedas cayendo por una ranura y decenas de locuras más que demuestran que, muchas veces, una buena idea es más que suficiente para tenerte enganchado al mando, de tal manera que hasta se te pase la hora de la cena.

Los cambios no sólo irán siendo a nivel de conceptos ya que, conforme vayas avanzando, nuevas triquiñuelas se irán añadiendo a los escenarios: interruptores que hacen que las plataformas se muevan más o menos rápido, portales teletransportadores, resortes que te lanzarán volando y múltiples cosas que van más allá de los simples “pendiente empinada”, “agujero gordo” o similares. Todo esto en conjunto hace que en el juego no se repitan todo el rato las mismas situaciones y que el siguiente nivel siempre sea una sorpresa, agradable o no, eso ya depende de tu paciencia.

Monerías

Ok. Por lo que parece, el juego está guay; pero esto se supone que es una remake y, aparte de mis gráficos molones en HD, yo quiero más contenido ™ porque, si no, me voy a aburrir a las dos horas de rodar. Ese es un problema que dudo que vayas a tener si el juego acaba enganchándote, porque, por contenido, no va a faltarte.

Por ejemplo, si acabas dominando los modos principales, siempre podrás acceder a los desafíos, con su selección de versiones especiales de los niveles principales, los cuales tendrás que terminar del tirón. Nop, no puedes irte a cenar y guardar la partida. Y otro apunte: “especiales” significa, en la mayoría de los casos, “ríete de la dificultad original”.

Si esto no es suficiente y deseas más acción rodante, a cambio de esas bananas que has ido recolectando, puedes desbloquear más modos bananeros. En el modo “banana dorada”, tendrás que recolectar todas las bananas del escenario para poder terminarlo, mientras que en el denominado “banana oscura”, tendrás que evitar las bananas pochas – no hay posibilidad de usarlas para hacer un banana bread, se ve – . A estos dos, les puedes unir otro clásico como es el modo espejo, en el que podrás revivir todos los niveles, pero a la inversa.

Pero, espera: ¡aún hay más!. Si eres de esa clase de homínidos sociables con colegas, también podrás montar una fiesta de la banana con los minijuegos que en si ya casi que podían ser un juego aparte. En este apartado, podréis pasároslo como micos practicando deportes y actividades tales como mono-carrera, mono-fútbol, mono-golf, mono-bolos, mono-lanzamiento, mono-piragua y un mono-gollón más. Todos ellos con diferentes escenarios y posibilidades. Y lo que es mejor aún, igual de divertidos que el juego principal.

Por último, también tendrás una serie de “misiones” o mejor llamarlos objetivos dentro de los escenarios y a nivel global del juego, los cuales te generarán una cierta cantidad de bananas al completarlos y que son lo habituales “completa el nivel en “x” tiempo, o conseguir “y” número de plátanos¨ . Si pretendes hacerlos todos, vete preparando, porque estos son muchos, muchísimos, un chorrón, más de 700.

¿Y qué hacer con esas toneladas de fruta dorada restantes que has ido recolectando? Pues gastártelas en la tienda desbloqueando nuevos personajes, entre los que se encuentran clásicos de Sega como Sonic, Kiryu o una Mega Drive, complementos para que éstos luzcan chachi dentro de las esferas, o cosas especiales como la antes mencionada posibilidad de saltar o filtros para el modo foto.

Por si piensas que todo este texto es un poco de coña, mejor que le eches un ojo al siguiente video:

https://youtu.be/QPkbRjDe2fw

Banana en rama

¿Y cuál era el secreto del éxito de una cosa como Super Monkey Ball? No, no fueron unos gráficos de infarto, ni una experiencia cinemática. Como tampoco lo fue un modo multijugador lleno de microtransacciones.

Su éxito se basa en coger una idea, a priori más simple que el mecanismo de un botijo, y convertirla en uno de los mejores ejemplos de esa “creatividad loca” que campaba por Japón hace décadas, a la misma vez que ésta es comandada por un concepto básico: la diversión.

¿Cómo resolverás estos puzzles que te esperan en menos de 30 segundos? Y lo que es mejor aún: ¿cómo lo harás sin despeñarte en el último metro y cogiendo toda la sabrosa fruta? Aquí está la gran brillantez de Super Monkey Ball que te tendrá horas haciendo rodar la bola.

En unos casos, verás la solución al instante. En otros, te pasarás un buen rato tratando de llegar a la puñetera meta de turno tras caerte fuera del escenario medio millón de veces y acabar golpeando el mando como si fueses uno de protagonistas de “En Busca del Fuego”. Pero no desistas, porque, como en la vida, ciertas cosas tienen premio y, en este caso, es uno de los mejores juegos de ¿plataformas? de la historia. Eso y montones de plátanos, que son muy buenos para la salud.