La compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft lleva meses levantando ampollas. Y es que la primera empresa tiene en su poder la conocida marca Call of Duty, que como ya sabéis es una de las más rentable del mundo de los videojuegos. Por lo tanto, en el caso de que la franquicia fuera exclusiva de las consolas de Microsoft, estaríamos hablando de un duro golpe para el resto de compañías presentes en la industria.

Sony ya explicaba que la saga Call of Duty tiene una importancia tan grande que incluso puede influir a la hora de comprar una consola. Y es que, según la empresa, es «un blockbuster triple A que no tiene rival«. De hecho, se llegaba a comparar con otros nombres como Star Wars o El Señor de los Anillos. Solo hemos tenido que esperar unos días para que Microsoft se pronunciara al respecto.

La empresa de Redmond ha sido muy clara al respecto:

La estrategia solo sería rentable si los juegos de Activision Blizzard fueran capaces de atraer a un número suficientemente grande de usuarios al ecosistema de consolas Xbox, y si Microsoft pudiera obtener suficientes ingresos de la venta de juegos para compensar las pérdidas por no distribuir dichos juegos en consolas.

Por otra parte, Microsoft ha especificado que las exclusividades también conllevan gastos adicionales: «Continúan generando un gasto específico para cada título«. Estos gastos, «unidos a las pérdidas comerciales estimadas anteriormente, tienen como resultado que Microsoft no podría compensar las pérdidas obteniendo mayores ingresos en el ecosistema Xbox como resultado a una aplicación de exclusividad».

No hay duda de que las decisiones por parte de Microsoft son muy inteligentes. No en vano, la compañía afirma que una exclusividad en la marca no tendría «ningún impacto competitivo«, debido a la competencia (valga la redundancia) que hay en el mercado.

En cualquier caso, debemos tener en cuenta que la compra de Activision Blizzard por parte de Microsoft todavía no se ha materializado por completo. Diferentes reguladores están investigando la intención de adquisición, ya que no quieren que la competencia o los consumidores se vean dañados.

Vía | VGC